Join us on a literary world trip!
Add this book to bookshelf
Grey
Write a new comment Default profile 50px
Grey
Subscribe to read the full book or read the first pages for free!
All characters reduced
Lo que los Reyes traían - cover

Lo que los Reyes traían

Emilia Pardo Bazán

Publisher: Linkgua

  • 0
  • 1
  • 0

Summary

Lo que los Reyes traían. Emilia Pardo Bazán


Fragmento de la obra

El gran establecimiento de juguetería ostentaba por muestra una placa donde, de noche, en caracteres luminosos, leíase: Los Reyes magos.
Desde que se acercaba la Navidad, los niños que transitaban por la populosa calle siempre querían detenerse ante el escaparate de Los Reyes magos. En tal época lo presidían los propios reyes, campeando en el sitio más visible, y arrancando al público, y no solo al infantil, exclamaciones de admiración. No era para menos.
Bien modeladas las caras y cabezas, tenían esa expresión de realidad que hace a los muñecos parecer personas. Sus cabelleras y sus barbas eran de pelo natural; sus ojos de vidrio, en lo cual seguían una tradición de la vieja imaginería española. Y tan acabadamente estaban hechos esos ojos, que se les notaba el brillo húmedo y la mirada fascinadora de las pupilas humanas. Positivamente, los reyes miraban a los niños pegados al escaparate, y, al juego de las luces eléctricas, hasta dijérase que les sonreían.
Estaban los reyes fastuosa y orientalmente vestidos, de brocados de oro y plata, bordados de imitación de perlas y piedras preciosas, y detrás de los tres figurones, tres dromedarios erguían sus jorobas, sostén de una canasta llena de juguetes llamativos: arlequines, mamarrachillos guiñolescos, pierrots pálidos, muñecas pelirrubias, bebés llorantes y con su biberón al lado, perrillos, cuyas lanas eran auténticas, y enfermeritas con sus tocas, donde sangraba la roja cruz.
Para completar la lista de anacronismos, también asomaban por los bordes de la canasta las gomas de un automóvil y las aletas de un aeroplano. Y los reyes, tranquilos, repletos de paternal bondad, riendo el negrito con todos sus dientes, más blancos que piñones, presidían tal exposición, la de las canastas y la del escaparate, donde todas las variedades del aire de divertir a la infancia se agolpaban, colocadas hábilmente para tentar el deseo y el capricho de los chiquitines.
Available since: 10/15/2018.
Print length: 16 pages.

Other books that might interest you

  • La pobre señorita Finch - cover

    La pobre señorita Finch

    Wilkie Collins

    • 2
    • 6
    • 0
    A través de la mirada de una genial narradora, madame Pratolungo, republicana ar-diente que una vez vivió sólo para «el sagrado deber de derrocar tiranos» y ahora se ve en la necesidad de contratarse como profesora de piano y dama de compañía, La pobre señorita Finch (1871-1872) cuenta la historia de una joven ciega, «tan franca como intrépida», que, en el trance de recuperar la vista, se encuentra en el centro de una red de mentiras piadosas y engaños malignos tejida por los dos hermanos gemelos que es-tán enamorados de ella. Intrigas, conspiraciones y un tremendo «laberinto de mentiras» ponen a prueba la fidelidad y la entereza de una mujer que, acostumbrada a tener la vista «en las yemas de sus dedos», y abocada ahora a un tortuoso desequilibrio entre la visión y el sentimiento, acaba renegando del don que gracias a la medicina ha recobra-do. En esta novela, Wilkie Collins explora anticipadamente algunos de los hallazgos de la moderna psicología de la percepción, a la vez que construye una historia de amor y rivalidad sumamente anómala y compleja, que mezcla inusitadamente su talento para el realismo doméstico con la irreal atmósfera de los cuentos de hadas. La novela es además una cumplida y muy collinsiana lección narrativa sobre la culpabilidad y la incoherencia de un punto de vista que busca, pese a todo, la exactitud.
    Show book
  • El puente de Alexander - cover

    El puente de Alexander

    Willa Cather

    • 6
    • 8
    • 0
    Bartley Alexander anda ya por la mediana edad y es un ingeniero de éxito, un hombre hecho a sí mismo, admirado por los puentes que construye. Casado con una mujer culta y rica, vive en una bonita casa en Boston y parece también tener una feliz vida conyugal. Pero en un viaje a Londres vuelve a encontrarse con un antiguo amor, Hilda Burgoyne, a la que conoció en París cuando era estudiante –entonces «fue la juventud, la pobreza y la cercanía, todo era joven y amable»− y que ahora es una actriz famosa. El reencuentro reaviva «la energía de la juventud que debe reparar en sí misma y pronunciar su nombre antes de desaparecer». A los dos las cosas les han ido bien; sin embargo, quizá no hayan agotado sus posibilidades. 
    El puente de Alexander (1912) recrea la intensa sensación, cuando a uno le amenaza ya «la desganada fatiga», de verse acompañado por «su propio ser juvenil», que posiblemente acabe siendo «el más peligroso de los acompañantes». Willa Cather no guardaba –como se ve en dos textos que figuran como apéndice a este volumen− muy buen recuerdo de esta su primera novela: le parecía demasiado deudora de los autores que admiraba, Edith Wharton y Henry James. Pero lo cierto es que hay en ella, en su estudio de una doble vida, toda la excitación y la fatalidad y todo el talento para la introspección que caracterizarán su obra posterior.
    Show book
  • Historias de amor - cover

    Historias de amor

    Robert Walser

    • 4
    • 23
    • 0
    De los más de mil relatos cortos escritos por Robert Walser unos cien versan sobre el amor. Volker Michels, germanista y autor del epílogo que acompaña esta edición, seleccionó en 1978 ochenta y los ordenó cronológicamente. Estos relatos demuestran la gran variedad del registro expresivo de Robert Walser y dan fe de la evolución de un autor que tenía un concepto poco convencional del amor y del erotismo. En ellos se manifiesta un desmesurado amor mundi que lo envuelve todo, las muchachas y los pájaros, las nubes y las mujeres distantes, las flores en los prados y los enamorados que se tumban sobre ellos con su mirada benévola pero también pícara. Con graciosas caricias poéticas, abundantes diminutivos y giros verbales absolutamente delirantes, Robert Walser recoge todo lo que le viene a las mientes para conformar un mundo palpitante de comunicación amorosa y de placer. Son éstas, en suma, unas historias plenas de un humor corrosivo contra la hipócrita moral burguesa, en las que también aparecen irónicas imitaciones de la literatura amorosa y recreaciones burlescas de los sueños de la adolescencia.
    Show book
  • Una dama extraviada - cover

    Una dama extraviada

    Willa Cather

    • 2
    • 5
    • 0
    Una dama extraviada apareció en 1923 y, dos años después, su autora recibió una carta de Francis Scott Fitzgerald, que acababa de publicar El gran Gatsby y estaba preocupado por ciertas similitudes entre ambas novelas que podían alimentar la sospecha de «un caso de plagio». Willa Cather le respondió que no veía motivos para sentirse plagiada, y Scott Fitzgerald respiró aliviado; aunque lo cierto es que Una dama extraviada era la obra que tenía en la cabeza mientras escribía su novela, y la causa directa de ciertos cambios en el proceso de su composición. Pero ¿qué podía tener que ver el mundo del glamour y el dinero que pintaba Scott Fitzgerald con el Oeste heroico, aun en sus últimos reflejos, de Willa Cather? Quizá esta historia de fascinación sostenida y sueños traicionados, vista por un joven que se abre a la vida, nos dé la respuesta. Marianne Forrester, esposa de un pionero del ferrocarril, anfitriona de la única casa elegante de la triste población de Sweet Water, siempre alegre en la riqueza y siempre resistente en la penuria, pasa de ser una gran señora a una mujer señalada por todas las habladurías. Un joven que la adora acaba despreciándola, y sobre su relación construye la autora un espléndido ejercicio sobre los entresijos de toda idealización.
    Show book
  • El duende del jardín y otros cuentos - cover

    El duende del jardín y otros...

    Willa Cather

    • 5
    • 11
    • 0
    La colección de cuentos The Troll Garden and Selected Stories fue el primer libro de ficción de Willa Cather y tan relevante hoy como en el momento de su publicación en 1905. Es curioso que ese duende, o troll, que aparece en el título original, no salte a nuestro encuentro en ninguna de las historias, todas ligadas a personajes que aman las artes y cuyas vidas se relacionan con sus diferentes expresiones, por lo que quizá solo se haga visible ante nuestros ojos considerando su sentido metafórico: el duende, el genio o la inspiración que se revela como un fantasma tras la invocación de cualquier forma de arte.
    Show book
  • La mujer de blanco - cover

    La mujer de blanco

    Wilkie Collins

    • 0
    • 8
    • 0
    Una noche, en un cruce de caminos en las afueras de Londres, un joven y modesto profesor de dibujo tiene un encuentro con «una mujer sola, vestida de blanco», de «rostro exangüe», que le pide ayuda para encontrar un ca-briolé. Apenas dos minutos después, un carruaje con dos hombres se detie-ne para preguntar por una «mujer de blanco» que acaba de escaparse de un manicomio.
     Este es el inicio de una trama endiablada en la que el pobre profesor tendrá que lidiar con una conspiración inimaginable, «en una lucha sin es-peranza contra nobles y poderosos» cuyas víctimas son dos mujeres aterro-rizadas, empequeñecidas,  privadas de legitimidad. Entre un repertorio de personajes muy collinsiano –baronets corruptos, terratenientes hipocondria-cos, beatas anglicanas, italianos pintorescos, madres sin piedad– destacan dos figuras inolvidables: la intrépida Marian Holcombe, «una mujer entre diez mil en estos tiempos triviales», y el conde Fosco, que, con su poderosa voz de bajo, su cacatúa y sus ratones, se convertiría enseguida en un mal-vado fundamental de la literatura del XIX. La mujer de blanco (1859-1860) –que aquí presentamos en una nueva traducción de Miguel Temprano Gar-cía– fue el mayor éxito de Wilkie Collins, hasta tal punto que no tardaron en aparecer perfumes, capas, sombreros y hasta valses y cuadrillas con su título. Brillante y novedosa en su estructura, que confía el relato a varios narradores, como testigos en un juicio, en ella el mismo acto de narrar está dramatizado y forma parte de la acción: a veces se reviste de peligro, a ve-ces es un instrumento de salvación, siempre un medio para establecer la verdad.
    Show book