El arte de la ficción
"Empecé a escribir cuando tenía ocho años: de improviso, sin inspirarme en ejemplo alguno. No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. (...) Entonces, un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse." No me preguntéis por qué, pero invariablemente siempre que leo ese párrafo de Truman Capote me sobreviene un intenso escozor, como si fuera el propio Capote quien me atizara un latigazo en esa parte de mi pelucón donde se agazapa lo que yo llamo mi bibliofilia activa (léase tratar de emborronar hojas en blanco). Es entonces cuando, entre alaridos y quejidos lastimeros, acudo vacilante al lugar donde tengo esa colección de textos, manuales y ensayos que teóricamente desvelan los entresijos del arte de la ficción. Que sean un refugio o un revulsivo supongo que depende del día, del momento y, por supuesto, del escritor que habita bajo la piel de cada lector voraz. Pero ahí están...

