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Atrévete a agregar a Erskine Caldwell a tu biblioteca digital

Los lectores de lengua castellana han tenido poca suerte con Erskine Caldwell, que sigue siendo una joya sin descubrir, tanto en la Península como en Hispanoamérica. A finales de los años 40, Santiago Rueda Editor publicó en Buenos Aires lo que hoy conocemos como La parcela de Dios bajo el título La chacrita de Dios. No era exactamente la clase de material que Victoria Ocampo iba a promocionar gustosa desde la revista Sur.

España estaba sumergida en su posguerra y la dictadura que siguió. Los libros no circulaban, ni siquiera como contrabando, entre las dos orillas.

Mientras tanto, en Estados Unidos se vivía el auge del pulp fiction, que si bien dio de comer a muchos escritores, les cobró un peaje enorme. Uno de los que pagaron caro fue Erskine Caldwell. Publicado en 1932 por la prestigiosa editorial Scribner, atendido por un editor de presilla alta (Maxwell Perkins), Caldwell solo llegó a vender millones de ejemplares de sus libros cuando se lo mercadeó desde el sensacionalismo de las cubiertas de colorines que se producían con la nueva técnica perfeccionada de la cuatricromía y el plastificado, usados para los mapas de estado mayor durante la Segunda guerra mundial.

El pecado no está en entrar, sino en quedarse

No fue Caldwell el único en caer en las garras de la edición pulp. Todos los autores de su generación —la Generación Perdida, como los llamó Gertrude Stein— pasaron por este tratamiento. “Oropel y una pizca de trascendencia”, como dijo James Sallis.

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Cubierta pulp de El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald

El pulp, además de ser un estilo de edición y una técnica de marketing, se transformó en un género. Erskine Caldwell había tenido un período de sequía creativa en lo que se refiere a la narrativa de ficción, que empezó más o menos en 1936. Su paso por Hollywood, como guionista de películas de clase B, lo alejó de la escritura, como él mismo reconoce en una entrevista de Paris Review. Y en Hollywood aprendió que la truculencia y los finales felices venden. Todo lo que en los años 30 despreciaba. Con 14 millones de ejemplares vendidos de La parcela de Dios gracias a su edición pulp, Caldwell no tuvo inconveniente en dejar de ser uno de los más geniales modernistas, admirado por William Faulkner, Saul Bellow y Ernest Hemingway, para entrar en un limbo que no deja de ser literatura, aunque bastarda a ojos de los críticos.

Encontar las joyas perdidas

Cuando la censura se acabó en España, la industria editorial argentina soportaba la dictadura más sangrienta de la historia del país. El flujo editorial dejaba de originarse en París para venir desde Nueva York y su poderosísima industria editorial. Y allí, en Nueva York, la obra de Erskine Caldwell ya no gozaba de prestigio debido a su etapa pulp. En España se traducía, y más de la cuenta, del inglés, pero a este autor no le tocaba. Luego y como correspondía con uno de los grandes, a Caldwell lo rescataron las ediciones universitarias, que le quitaron la vitalidad y le agregaron academicismo.

Tuvo que llegar el 2008 para que, de la mano de Pere Sureda en la editorial Navona, La parcela de Dios —que se tiene por la mejor novela del autor— viera su primera traducción en España. Pero ya estábamos en el momento de las ediciones de nicho, de los libros solo para entendidos y enteradillos si resultan demasiado literarios. Y el placer de leer a uno de los grandes escritores americanos quedó hurtado a la mayoría de los lectores hispanohablantes. Tanto por motivos históricos como de mercado.

Una de las razones de ser de 24stories reside en descubrir estas joyas escondidas a un público más amplio. Y porque no hay mejor manera de conocer a un autor que empezar por lo más destacado de su obra, en esta guía para descubrir a Erskine Caldwell os proponemos tres títulos. Dos novelas tempranas, cuando en Caldwell se mezclaban con genialidad la preocupación social y las técnicas del cubismo y la repetición, y el libro de relatos que él mismo considera su obra más lograda.

Buenas lecturas.

El camino del tabaco. Edición digital de Ciudad de Libros. Primera edición en inglés, 1932.

La novela cuenta los últimos días de Jeeter Lester, patriarca en la miseria, y de su mujer Ada, afectada de pelagra por la desnutrición y con una obsesión por el tabaco, en el que se van los magros y casi milagrosos ingresos de la familia. A Jeeter y Ada, blancos cuyos antepasados fueron poderosos cultivadores de tabaco en Georgia, solo les preocupa qué comerán en unas horas y tener unos funerales decentes. Ada sueña con un vestido cuyo largo esté a la moda el día que velen su cadáver, y Jeeter en un ataúd que no deje entrar las ratas. No pueden permitirse ninguna de las dos cosas. Ni siquiera mantener a sus hijos. A la menor, de 12 años, la han casado con un carbonero a cambio de unos edredones, un barril de aceite y 7 dólares.

Jeeter Lester, el aparcero de Georgia, vive como los lirios del campo: sin malicia, pero también sin piedad. El hambre estructural en la que se desarrolla su vida no le permite siquiera imaginar qué hará en el instante siguiente. Es por eso, y no solo por los problemas de un crédito agotado hace años, que no puede cultivar una tierras tan baldías como su voluntad. Apático y excesivamente sexuado, como el resto de la familia, sus días pasan sin consecuencia, porque ha perdido la noción del bien y del mal.

Ni comedia ni tragedia, El camino del tabaco es la más ascética de las obras de Caldwell.

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Leer el libro

La parcela de Dios. Edición digital de Ciudad de Libros. Primera edición en inglés, 1933.

Ty Ty Walden, en cambio, sufre de un exceso de actividad. Hace 20 años se convenció de que en las tierras de cultivo que todavía le pertenecen hay oro. Cada mañana se levanta y obliga a sus hijos a acompañarlo en la inútil tarea de cavar agujeros hasta que se pone el sol. Donde antes floreció el algodón ahora se extiende un paisaje de gigantescas madrigueras, como si los campos hubiesen sido invadidos por topos extraterrestres.

Despectivo con su yerno, hombre de ciudad que trabaja en una fábrica, racista con los dos negros que viven en la finca y a quienes trata como esclavos, lujurioso con la nuera que comparte su casa, Ty Ty es, sin embargo, un hombre de Dios. Y le ha prometido a la iglesia del pueblo los beneficios que produzca un acre de su plantación. Pero, ¿qué sucedería si es justo en esa parcela donde se manifiesta el oro tan codiciado?

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Leer el libro

Un muchacho de Georgia. Edición digital de Ciudad de Libros. Primera edición en inglés, 1943.

Martha Stroup y su hijo William casi han terminado la colada cuando un ruido como de explosión amenaza con derribar la casa. Es «Pa» con su última adquisición: una máquina de embalar papel que los sacará de pobres de la noche a la mañana.  En pos del sueño americano que nunca llega, «Pa» puede endeudarse hasta el cuello. O hurtar a los vecinos toda la chatarra que venderá en una feria. O maltratar a Handsome, el huérfano negro que ayuda en las tareas de la casa. Y como «Pa», además de simpático y holgazán, es un mujeriego, dejará que una troupe de circo desvalije la casa con tal de pasar media hora con la Reina de los Gitanos en el cobertizo, sometido a sus encantos y encantaciones. Y entrará en el juego de una vendedora ambulante de corbatas, que le sacará sus últimos cinco dólares con falsas promesas amorosas.Hasta que Martha Stroup, harta de él y sus andanzas, le sirve una cena… inolvidable.

Fresca y optimista, esta colección de cuentos era el libro del que Erskine Caldwell estaba más orgulloso.

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Leer el libro

[La foto del matrimonio de aparceros del sur de los Estados Unidos que encabeza este post fue tomada en 1937 por la esposa de Erskine Caldwell, la fotógrafa Margaret Bourke-White, para el libro que hicieron juntos, You Have Seen Their Faces.]