La cruz y la media luna
Carmen Panadero
Publisher: ibuku
Summary
*Primera Parte.- A la villa de Alarcos llegan alarmantes nuevas: El Emir almohade, Al-Mansur, ha desembarcado en la península con un poderoso ejército; pretende dar respuesta a una provocadora carta que le envió el rey de Castilla, Alfonso VIII. La plaza de Alarcos se apresta para su defensa. Se encuentra bajo la encomienda de don Diego López de Haro, y protegida por los caballeros-monjes de la Orden de Calatrava y por un alcaide, hidalgo de la tierra, cuya familia llevará el peso de esta historia. A la zaga del ejército musulmán y entre los que componen su equipo sanitario, viaja un reputado médico cordobés a quien acompaña su hijo adolescente, Ibrahím, que aspira a ser médico como su padre. Tras la cruda y sangrienta batalla (contemplada para mayor imparcialidad, ya desde el campo cristiano, ya desde el musulmán), vencidas las huestes de Castilla, se entabló ardua negociación para lograr una capitulación de Alarcos que salvara el mayor número posible de sus moradores. Rendida la plaza, entraron en ella los vencedores y, entre ellos, un noble cristiano, traidor a su rey; a sus manos muere el alcaide de la fortaleza, cuyo cuerpo es colgado de la torre más alta. Ibrahím avanza por entre los cautivos, hondamente impresionado por tanto dolor, y repara en una niña que acaba de descubrir el cuerpo de su padre, suspendido de la torre. Es Blanca, la hija del alcaide. El adolescente convence a su padre para que atienda a la madre de la niña, desvanecida al reconocer los despojos de su esposo. El médico, tras asistirla, prometió a la viuda sepultura para el alcaide. En agradecimiento, Blanca entregó su camafeo a Ibrahím. Desalojada la plaza, la familia del alcaide se estableció en Toledo. *Segunda Parte.- Once años más tarde y durante un largo periodo de treguas, el judío toledano Al-Fakkar, médico y embajador de Alfonso VIII, convoca una asamblea de médicos a la que concurren los mejores de todos los reinos peninsulares, así cristianos como judíos o muslimes. Ibrahím _ que ya es médico _ y su padre se cuentan entre ellos. Durante su estancia de varias semanas en la capital toledana, el joven tiene ocasión de volver a encontrarse con Blanca; el camafeo le sirvió para darse a conocer. Pese a muchos avatares y dificultades, entre ellos surgió un gran amor a lo largo de varios encuentros en aquel Toledo medieval, capital y Corte castellana, donde los judíos habían alcanzado gran peso político y económico, donde convivían las tres culturas y donde la Escuela de Traductores iniciaba su andadura. Pero la familia de la joven tenía ya su destino decretado y había concertado sus desposorios con el hijo segundón de una rica familia de la oligarquía toledana. Esta boda acabó con los sueños de Blanca y hundió a Ibrahím en la desesperación. * Tercera Parte.- Tras dos hijos y cinco años de desdichado matrimonio, el marido de Blanca se vio envuelto en un lance de amoríos y dio muerte a su rival, por lo que el rey lo desterró a Salvatierra, plaza fronteriza y sede de la Orden de Calatrava. No llevaba la familia mucho tiempo allí establecida cuando, acabadas las treguas, los almohades resolvieron atacar dicha fortaleza, cansados del continuo acoso a que los sometían los freires de la Orden. Pusieron cerco a Salvatierra, y el equipo médico del ejército de los muslimes contaba con los servicios de Ibrahím, que en Córdoba había dejado a su vez esposa e hijos. El asedio se prolongó durante varios meses, y después de gran número de contratiempos y aconteceres, Blanca y sus hijos son capturados, junto con algunos freires de la Orden. Ibrahím consigue librarla del acoso del visir, imponiéndole cuarentena a causa de una hipotética peste. El esposo de Blanca muere cuando trataba de escapar de Salvatierra abandonando a su esposa e hijos a su suerte. Pese a que arriesgan la cabeza, Ibrahím y Blanca logran vivir su amor. El joven médico, por medio de un ardid, logra la liberación de su amada y sus hijos, que entran de nuevo a Salvatierra escasos días antes de su capitulación y evacuación. Entre tanto, Alfonso VIII y el Papa han convocado una cruzada para combatir a los ejércitos almohades. Acuden caballeros de todos los reinos cristianos de la península y Europa. El ejército de los muslimes cuenta con el tiempo justo para acudir a defender el paso de la Losa (Navas de Tolosa). Tras una breve estancia de Ibrahím en Córdoba, donde se acentúa el distanciamiento entre los esposos, vuelve a incorporarse al ejército mahometano. Tiene lugar la batalla de las Navas, despiadada y muy cruenta (contemplada desde ambos bandos contendientes), que viene a resultar un desastre para los almohades. En ella muere Ibrahím. Blanca recaba el auxilio de don Diego López de Haro para recuperar su cadáver. Destrozada y con la ayuda de un fiel criado, recorre a pie la distancia hasta Córdoba, acompañando los restos del amado, para entregarlos a su familia. Tras la muerte de Ibrahim, Blanca ingresa en un convento.