escritoras_latinoamericanas_descubrir

Seis escritoras latinoamericanas a descubrir

No son las herederas del boom ni practican versiones descafeinadas del realismo mágico, que ya pasó. Son mujeres que, al decir de Leila Guerriero  Carolina Sanín, «al sabernos relativamente excluidas de la tradición literaria de nuestra región, las escritoras latinoamericanas podemos sentirnos libres del imperativo de honrar las convenciones de esa tradición…» Y que comienzan a hacer oír sus voces.

En esta selección hay de todo, como en botica: desde la crónica —género en el que siempre ha destacado Hispanoamérica, pero que ha estado reservado a los varones— a la fábula; desde el relato intimista a la novela de terror.

Wendy Guerra. Todos se van. Anagrama. 

Escrita a modo de un diario personal que abarca la vida de la protagonista, Nieve Guerra, desde los ocho años a los veinte, la novela narra la vida turbulenta y problemática de una adolescente a la que su padre alcohólico culpa por el fracaso de su matrimonio. Este relato de una experiencia personal muestra la vida de la isla de Cuba en su cotidianidad, sin caer en condenas políticas o ideológicas y de allí saca su fuerza evocadora y su autenticidad.

Eduardo Mendoza dijo de esta novela, cuando ganó el premio de novela Bruguera: «Una conflictiva vivencia personal y social narrada sin prejuicios de ningún tipo, un viaje instructivo y enriquecedor.»

escritoras_latinoamericanas_todos_se_van

Leer el libro

 Lina Meruane. Las infantas. Eterna cadencia.

Hildegreta e Hildeblanca se ven forzadas a abandonar palacio antes de que su padre, el rey, las entregue como prenda por un juego de naipes. Estamos en los dominios de Charles Perrault, pero también en el de Alicia en el país de las maravillas. Esta historia narrada en diez episodios, con otras once historias que se entrecruzan en el camino, desvela la crueldad y la ambivalencia de ese territorio por construir que es la infancia.

Roberto Bolaño dijo de esta escritora chilena que la potencia de su prosa surge «de los martillazos de la conciencia, pero también de lo inasible y del dolor.»

escritoras_latinoamericanas_las_infantas

Leer el libro

 Leila Guerriero. Una historia sencilla. Anagrama.

La autora argentina cuenta en esta crónica la epopeya del hombre común: alguien pobre, pero no lo bastante pobre como para llamar la atención o vincularse a la miseria que hace a los titulares de los diarios. Un hombre que ama a Dios y a su esposa y a sus padres, también comunes, y tiene un objetivo en la vida: convertirse en el campeón de malambo, un baile folclórico de los gauchos cuya contienda se celebra cada año en un pueblo de la provincia de Córdoba de apenas 6.000 habitantes.

En la estupenda tradición de El Interior, de su compatriota Martín Caparrós, Una historia sencilla es el seguimiento durante dos años de la vida e ilusiones de Rodolfo González Alcántara, hasta el final colosal y triunfante.

Mario Vargas Llosa dijo: «El periodismo que practica Leila Guerriero es el de los mejores redactores de The New Yorker, para establecer un nivel de excelencia comparable: implica trabajo riguroso, investigación exhaustiva y un estilo de precisión matemática.»

escritoras_latinoamericanas_historia_sencilla

Leer el libro

 Carolina Sanín. Los niños. Siruela.

Laura Romero decide recibir un niño en su casa. No sabe nada de él, excepto que tiene seis años, se llama Fidel y no es muy ducho en las costumbres de los hombres. Establecen una relación de hospitalidad, porque la adopción no se plantea.

Poco después de que Laura le celebre por primera vez un cumpleaños, Fidel empieza a padecer de «furores» o «trances». Esto confirma lo que Laura y el lector sospechan desde el comienzo: que las cosas y las personas, Laura y el niño, no son lo que se supone ni están donde creen estar, que tal vez existan en varios mundos paralelos… si es que existen.

Cercana al Henry James de Otra vuelta de tuerca, pero en clave bogotana, la colombiana Sanín traza un retrato de la infancia como sitio de la absoluta alteridad a golpe de escalofríos en esta lograda novela de terror psicológico.

escritoras_latinoamericanas_los_ninos

Leer el libro

Carla Guelfenbein. El resto es silencio. E-books Patagonia.

Las historias de amores cruzados contadas a tres voces son la especialidad de la chilena Carla Guelfenbein. En El resto es silencio, la trama se complica por la presencia de un niño minusválido, cuya madre se suicidó y a quien Alma y su padre, Juan, le ocultan el destino de su progenitora para evitarle sufrimientos.

Pero los secretos de familia suelen ser secretos a voces y en ellos está el germen del dolor inexplicado e inexplicable, el más difícil de superar. Alma, agobiada por la situación y por la falta de respuesta emocional por parte de Juan, empezará a fantasear con otro hombre, un antiguo amante de su madre.

escritoras_latinoamericanas_el_resto_es_silencio

Leer el libro

Guadalupe Nettel. Después del invierno. Anagrama.

La autora mexicana, ganadora del premio Herralde de novela 2014, está hace tiempo instalada en los círculos literarios que generan expectativas. Después del invierno tiene dos narradores. Claudio, un cubano misógino, obsesivo y maquinal que trabaja en una editorial en Nueva York y mantiene una cómoda relación con Ruth, una mujer mayor, elegante, rica y empastillada. Cecilia es una mexicana tímida que se siente fea y perdedora y prepara una tesis doctoral en París, donde establece una extraña amistad con su vecino de escalera, Tom, un hombre enfermizo con quien comparte la fascinación por los cementerios.

Las vidas de Claudio y Cecilia terminarán coincidiendo, en busca de la tumba literaria equivocada en el cementerio equivocado. Voluntarioso y monomaníaco, Claudio decide enamorarse de esa mujer. Cecilia se siente halagada por la atención que le presta alguien que parece tan seguro de sí mismo. ¿Qué hacer con Ruth y Tom? Una historia de malentendidos amorosos que se precipita a un final bien controlado.

escritoras_latinoamericanas_despues_invierno

Leer el libro